viernes, 30 de noviembre de 2007

El mensaje de un Ángel

Ayer os hablaba de cómo, a veces, parece que Dios quiere ir dejando su huella, tímida e imperceptible, a través de esos pequeños milagros cotidianos que llamamos "casualidades".

Hoy vengo a anunciaros que he recibido el mensaje (por correo electrónico) de un "Ángel" con el que hacía tiempo que no hablaba. Sus palabras me han pillado de improviso, hace un momento, mientras leía en el salón unos versos de San Juan de la Cruz -para más inri- en esta noche, noche oscura (literal y metafórica), en que me encuentro.


La "visita" me ha sorprendido con la lámpara encendida, arrimada como estoy a una pequeña lámpara de mesa que tengo junto al sofá, dado que el resto de la habitación se halla en penumbra. Paradójicamente, en su misiva viene a pedirme luz, ¡a mí!

¿Cómo será esto, amigo Ángel, si apenas tengo luz en mi casa, y yo misma llevo una época en que prefiero cerrar los ojos a la realidad, porque todo cuanto hallo en mí es caos y espesura?

Pues, pese a todo, ésa es su petición, éstas sus palabras (disculpe el mensajero la poca privacidad de la misiva, pero me ha llegado tan dentro, que se alegra mi corazón al compartirla):


"querida teresa vayomr elohim hor...así comienza la biblia en hebreo.... qué tal.... eres una perla que luce más que el sol. luce e ilumina tu hogar y casa . luce e ilumina esta vida mía tan llena de rincones a medio encender. luce e ilumina la calle, el baile, los finales de semana, a tus amigas de verdad. luce e ilumina con tu sonrisa abierta tantas caras rajadas por el dolor y por la falta de risas sinceras en ellas. luce e ilumina con tu luz hebrea lo que en mí nada en tinieblas. sigue luciendo, sigue iluminando,. eres hija de la luz. no te apagues ni amortigues porque se apagarán otras muchas luces. besos y abrazos. Ángel"


Ojalá, en mis circunstancias, en mi realidad concreta, fuese yo capaz de responder, a esa petición humilde, a esa sugerencia de que me ofrezca, con un alegre: "¡Que ocurra como dices!" (lo que viene a entenderse por ese "Hágase", por ese "Fiat" confiado).

Yo soy frágil e inestable, y bastante voluble, lo reconozco... pero ¿y si pudiese poner algo de mi parte?, ¿y si no fuera tan complicado?, ¿y si, al fin y al cabo, este Ángel al que conozco me lo hubiese pedido porque ha sabido ver en mí lo que yo misma no soy capaz de vislumbrar aún? Y, en definitiva, ¿acaso no añoro yo misma que el calor de esa Llama de Amor prenda en mi interior, y se refleje en la luz de mi sonrisa y de mi mirada?


Recurro a las palabras de San Juan de la Cruz, aprovechando que me acompaña en esta noche, para referirme a la única Luz capaz de encender la mía propia, y digo:


"Su claridad nunca es oscurecida,

y sé que toda luz de ella es venida,

aunque es de noche"

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