domingo, 30 de septiembre de 2007

Prueba de vuelo


si evaporada el agua el nadador todavía se mantiene, no cabe duda:

ES UN ÁNGEL


[MANDRINI, Eugenio. <>. Galería de hiperbreves. Nuevos relatos mínimos. Colección Andanzas. Tusquets Editores. Barcelona, 2001]

sábado, 29 de septiembre de 2007

Buscando emociones

¿Cómo escribir un artículo, una reflexión, al menos una palabra.. una... que os haga vibrar el alma?, ¿cómo conseguir que vuelen mariposas entre líneas, que surja una chispa de complicidad cuando leáis lo que escribo? Anhelo firmemente, decididamente, desesperadamente, idílicamente, perdidamente, sencillamente, establecer apenas una caricia, una sonrisa fugaz, un brillo sutil en vuestra mirada.
Podría hablaros de política, de literatura tal vez, de música, de moda... pero no puedo evitarlo, cuando pienso en vosotros, cuando pienso en volcarme toda yo a través de mis pensamientos, se me vienen a la cabeza otras cuestiones, más banales, quizá, más simples, más auténticas e imperecederas.
Quisiera hablaros de puestas de sol, del calorcito en las plantas de los pies cuando camino por la playa, de las gotas de lluvia que hacen un alto en su caída para descansar en la barandilla de mi terraza.
Se me ocurre hablaros, ¡ya veis! de los ángeles que me cruzo por las calles cada mañana, del desliz en mi mirada cuando repaso lo escrito, de colores, olores, sonidos...
Desearía hablaros de historias maravillosas, de encuentros imposibles, de tardes en casa que saben a ventana, a reloj de pared, a la espuma del café. Y evocar días esperpénticos, tardes hiperbólicas, noches de diabólica ternura...
Desearía contagiaros de música, de poemas a medio terminar, de bocetos a carboncillo, de interminables viajes en un tren sin rumbo...
Deseo...deseo...deseo...dioseo...diosdoy...osdoy...osdebo...osdigo...osveo......osespero...
Pero, humilde y pequeña, consciente de mi limitación, sólo me queda recurrir a un poema de Pedro Salinas. Que él, mejor que nadie, os hable de mi anhelo, de mi incapacidad, de mi esfuerzo y mis sueños. Hable él por mí, esperando que os conmueva el tenue ruego, la buena intención, la sonrisa que os dedico, escondida en cada verso:


Yo no puedo darte más.
No soy más que lo que soy.

¡Ay, cómo quisiera ser
arena, sol, en estío!
Que te tendieses a descansar.
Que me dejaras
tu cuerpo al marcharte, huella
tierna, tibia, inolvidable.
Y que contigo se fuese
sobre ti, mi beso lento:
color,
desde la nuca al talón,
moreno.

¡Ay, cómo quisiera ser
vidrio, o estofa o madera
que conserva su color
aquí, su perfume aquí,
y nació a tres mil kilómetros!

Ser
la materia que te gusta,
que tocas todos los días
y que ves ya sin mirar
a tu alrededor, las cosas
-collar, frasco, seda antigua-
que cuando tú echas de menos
preguntas: "¡Ay!, ¿dónde está?"

¡Y, ay, cómo quisiera ser
una alegría entre todas,
una sola, la alegría
con que te alegraras tú!
Un amor, un amor solo:
el amor del que tú te enamorases.

Pero
no soy más que lo que soy.

[SALINAS, Pedro. La voz a ti debida. Biblioteca Clásica y Contemporánea. Buenos Aires, 1949]

Un lugar en el mundo

Siempre me ha cuestionado la película Un lugar en el mundo, de Adolfo Aristarain y, en concreto, la reflexión final que hace el protagonista, planteándose cómo puede uno descubrir cuál es SU lugar en este mundo... ese lugar del que no podemos alejarnos y al que nos sentimos vinculados de tal manera que da sentido a nuestra vida entera.
¿Cómo descubrirlo?, ¿cuál es el sentimiento que invade a aquél que sabe que está donde tiene.. mejor, donde QUIERE estar?, ¿cuál es ese sitio en el que todo cobra sentido, en el que somos lo que estamos llamados a ser... lo que siempre soñamos ser?

Tal vez no se trate de estar en constante búsqueda, en una angustiosa lucha por descubrir un paraíso que nos espera. Puede que nuestra historia no consista en encontrar una geografía determinada; quizás, sólo quizás, todo dependa de si nosotros estamos dispuestos a hacer "nuestro" el lugar en el que nos encontramos en cada momento.
Puede que la vida, entendida en plenitud, consista en dar valor a cada "ahora", en convencernos de que, por alguna razón (cada uno que busque la suya propia) tiene sentido que estemos donde estamos, y en disfrutar por estar viviendo lo que vivimos, con quienes vivimos, y en las circunstancias en que vivimos.
Acaso no se trate de situar nuestro corazón en un lugar utópico, sino de poner cada lugar en nuestro corazón, hasta que lo sintamos como nuestro.

Así mismo, si enfocamos esta cuestión desde otra perspectiva, puede que ni siquiera consista en encontrar un "lugar", un entorno que nos acoja. Virginia Woolf proponía que cada persona se reservase Una habitación propia, una identidad, un espacio único vital y sentimental; podría entenderse, pues, como una reivindicación a favor de la autodependencia, de la estabilidad que supone reafirmar el "yo", y sentirnos seguros, amados, comprendidos y valiosos en nuestra propia piel.

No obstante, creo que es necesario ir más allá aún. Uno no puede "en-si-mismarse" (refugiarse en sí mismo) y olvidarse de cuanto le rodea.
Quizá por eso, el verdadero lugar puede que no esté delimitado, de manera exclusiva, entre las fronteras de una región, o entre las fronteras que separan nuestra piel de la de los otros.
Tal vez, sólo tal vez, ese "lugar en el mundo" esté, sencillamente, en el corazón de aquellos a quienes amamos y de quienes nos aman. Así, cuando establecemos lazos con otros (cuando nos dejamos domesticar, como diría el zorro al Principito), sentimos esa certeza de que nada puede separarnos ya de la persona amada, de que nuestro "lugar" está junto a ella (una idea muy romántica, sí, pero que es posible experimentar en lo cotidiano). Es la certeza, como digo, de que siempre encontraremos un refugio, una casa abierta, un rincón habitable en ese espacio de intimidad que compartimos con los demás. Puede que los sentimientos, grabados como a fuego, sean la única brújula que nos guíe a nuevos lugares, dispuestos a acogernos, y que nos devuelva también a lugares ya conocidos, ya visitados anteriormente, que nos hagan sentir como en casa.

Creo firmemente que éstos son los lugares que uno siente que no puede dejar... aun cuando la distancia física o temporal parezca desdibujar las fronteras, los rostros, los recuerdos. Basta un reencuentro, una mirada, una palabra o un silencio para que uno sienta que pisa, nuevamente "tierra sagrada".

¿Cómo descubre una persona cuál es su lugar en el mundo? No hay reglas para eso, ni trucos, ni consejos. Sencillamente, es algo que se sabe.
Podemos, en conclusión, estar aludiendo a una geografía, o a momentos de nuestra vida capaces de hacernos sintonizar nuevamente con nosotros mismos, o también a personas con las que hemos compartido historias que, incluso cuando han terminado, siguen formando parte de nosotros y nos configuran.
A menudo decían que los marineros tenían "un amor en cada puerto"; yo preferiría decir que "nuestro amor comprende muchos puertos".
¿Cuántos "puertos" hemos conocido?, ¿cuántas "puertas" a nuevos lugares se nos han abierto?, ¿cuántas nos recibirán en un futuro? En nuestras manos, sólo en las de cada uno, está hacer que cada "sitio" se convierta en "nuestro lugar", y que lo sintamos como propio, mientras tengamos la dicha de hallarnos en él.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Don Juan

Durante esta semana, he podido asistir a unas conferencias sobre la figura, el mito y la leyenda de don Juan Tenorio. Ha sido interesante comprobar la evolución y el tratamiento que ha sufrido este personaje a lo largo de la Historia de la Literatura, superando fronteras tanto espaciales como temporales.
¿A quién no le suena ese nombre? Incluso, ¿quién no ha conocido, alguna vez, a alguna persona a la que denominar con tal epíteto?
Cuando catalogamos a alguien de ser un "donjuan", sin duda solemos referirnos a la clase de individuo que posee una capacidad innata de seducción, de atracción irresistible... un imán sexual, como diríamos coloquialmente.
Sin embargo, más allá de la pura seducción, don Juan se caracteriza por ser un burlador, un trasgresor de toda normal moral, social, política e, incluso, religiosa. Así, el juego amatorio no es un fin en sí mismo, sino un medio que utiliza el personaje para burlarse de cada doncella que acaba por rendirse a sus pies y, por extensión, también de su familia, de su rango social e, incluso, de Dios mismo (en el caso de la novicia a la que subyuga, logrando imponerse, de esta manera, por encima de Dios, su Esposo).
Don Juan encarna como nadie ese deseo, esa pulsión oscura que todos, de un modo y otro, llevamos dentro, y que nos hace querer, en ocasiones, resaltar nuestra individualidad, nuestro "yo", nuestra superioridad, nuestra capacidad de "llevarnos al mundo de calle".

Decía Ortega y Gasset que todos los hombres han pensado alguna vez que son unos donjuanes, que pueden llegar a serlo, o que podían haberlo sido, pero no han querido. Pero, ¿y las "doñas juanas"? Por circunstancias históricas y sociales, a la mujer no le ha estado permitido desempeñar ese rol de manera tan abierta. Así, aunque un "donjuan" supone peligro, no es menos cierto que éste encarna el deseo de lo prohibido, el morbo de lo que no es conveniente y, precisamente por eso, se convierte en irresistible; en definitiva, logra hacer despertar en las mujeres un puntito picaresco, capaz de hacerles desear lo transgresor.
No obstante, cuando una mujer ha ejercido este papel de conquistadora y seductora, para abandonar luego a sus "víctimas", en vez de despertar esa picaresca complicidad, ha solido ser catalogada como "mujer fatal", "mujer-araña" (viuda negra) o "mantis religiosa" (que se come al macho tras producirse la cópula). Como mucho, podríamos decir que nos ha estado reservado el papel de "Juana", pero "de Arco", que encarna -en la Historia- el prototipo de mujer valerosa, decidida y luchadora. Pero, precisamente por hacer gala de esas cualidades, esta heroína ha sido considerada, digamoslo así, como una dama poco femenina, y se ha recalcado en demasía tu posible lesbianismo. La cuestión no está en que efectivamente lo fuese, o no (que es lo de menos), sino en plantearnos por qué se tiene que sacar a relucir la tendencia sexual de esta mujer para ¿justificar? su capacidad de liderazgo y su bravura.

Pese a todo, mi reflexión no va dirigida a establecer un debate que dé pie a una guerra de sexos. Más allá de poner en tela de juicio unos roles sexuales o prototipos de personas seductoras ya prefijados, quisiera plantear la posibilidad de reconocer otras clases de "donjuanes", que también pueden estar presentes en nuestras vidas.
Éste sería el caso de situaciones, personas o intereses que, de alguna manera (como en el caso de don Juan), también logran atraer poderosamente la atención, que incentivan, mueven y llevan a arriesgar por conseguir un ideal.
Creo que todos deberíamos buscar un "donjuan", algo que nos haga sentir vivos, que nos lleve a cuestionar todo aquello que tenemos asentado y prefijado en nuestras vidas... todo lo que nos acomoda y nos conduce al inmovilismo más absoluto.
¿Cuántos no hemos deseado, en algún momento, llevar otro tipo de vida, cambiar de actitud o, incluso, determinados rasgos de nuestra personalidad?
Esa voz de la conciencia (o de la inconsciencia, quién sabe) es el don Juan que grita en nosotros, que nos habla al oído, que nos susurra ideas, a veces utópicas, a veces imposibles.. pero que, de una manera u otra, actúa como un incentivo que nos invita a ir más allá de lo que somos, más allá de lo que fuimos, y que nos seduce para buscar -o soñar, cuanto menos- con una existencia más emocionante y plena de sentido.

Sin embargo, como comentaba antes, además de la capacidad de seducción, Don Juan se caracteriza por la burla. Tras la sutil táctica que utiliza para convencer a su víctima, el desenlace conlleva, inevitablemente, el desengaño, la ruptura de los sueños y el vacío más absoluto.
De igual modo, a veces nuestros sueños, nuestras motivaciones o nuestros deseos más íntimos se ven truncados por las circunstancias en que vivimos, por las personas de las que nos rodeamos o, incluso, por nosotros mismos que, a menudo, caemos en un racionalismo tan aplastante que nos hace incapaces de considerar seriamente las sugerencias -en apariencia "ilógicas"- de nuestras utopías.
No obstante, ¿acaso don Juan no lograba triunfar en sus empresas?, ¿acaso no es la vida una sucesión de altibajos, de conquistas y derrotas, de puertas que se cierran para que vayamos en la búsqueda de nuevos caminos? ¿Es mejor no dejarnos seducir por nada y convertirnos en personas frías e insensibles, para no tener que experimentar, luego, el desengaño?
Cada persona debe tomar partido y posicionarse al respecto. Yo, humildemente, creo que no se debe reprimir un impulso, una atracción, un sentimiento que, a pesar de "peligro" que conlleva, nos hace descubrir nuevas facetas de nosotros mismos, nos impulsa a soñar, a arriesgar y nos hace sentir un poco más vivos.

Como reza una cita célebre: "Es preferible arriesgarse a amar (a una persona/una empresa/un ideal) y sufrir, que nunca haber amado".

lunes, 24 de septiembre de 2007

Nocturno

Por la noche, me gusta sentarme en el poyete de mi ventana y contemplar el mundo mientras duerme, escuchar lo que calla. Es, quizá, el único momento del día en el que todo se vuelve más auténtico,más sereno, más íntegro y puro. Es el tiempo del descanso, de la calma.. de que la vida recobre fuerzas para estallar de nuevo en la mañana. Me gusta, no sé, deleitarme en los sonidos que, en otras circunstancias, son imperceptibles al oído: el rumor del viento, las voces susurrantes de aquellos que se resisten a dormir, el timido lamento de los muebles de la casa...
Me gusta tomar conciencia de mí misma en este momento de la jornada, y sentirme el latir consciente entre un mar de conciencias dormidas. Mirar a las estrellas, responder a sus guiños; ser confidente de la luna; otear el horizonte y experimentar la complicidad con aquellos que siguen despiertos (les delatan las luces en sus ventanas).
Me gusta el silencio de la noche, sí, porque bajo esa aparente quietud, se percibe sutilmente el latido incesante del mundo, que sigue bullendo, vibrando, respirando, girando, estallando, creciendo, renovándose, reciclándose, susurrando y existiendo aun cuando nadie se detenga para tomarlo entre sus manos.
Y cuanto vive, respira, se agita, duerme, sueña o descansa en este tiempo nocturno pasa a formar parte de un Todo: una pequeña nota que contribuye a armonizar la sinfonía vital; apenas una pincelada de color que se agrega a la obra puntillista que es esta Tierra.
Buenas noches.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Bienvenidos

Éstas son las primeras palabras que escribo en mi nuevo blog (ufff... qué responsabilidad).

Deseo dar la BIENVENIDA a todos aquellos soñadores, visionarios, personas con estrella o estrellados (¡qué más da!), lunáticos (los que viven en la luna, o quienes son cambiantes como ésta) y a los principitos que viven en asteroides y se deleitan con las puestas de sol.

En definitiva, bienvenidos todos aquéllos que buscan la esencia invisible de lo cotidiano, y que desean evocarla a través de la palabra.

Pasad, poneos cómodos, descalzaos, abrid la mente, pintad el aire con sonrisas, y descubrid el corazón de vuestro corazón. Éste será nuestro pequeño rincón.. sí, sí... tan mío como vuestro. Sentios en casa y tomad un café conmigo mientras contemplamos -y compartimos- el tiempo que pasa. Ya sabéis, como dijo Antoine de Saint-Exupéry, "el tiempo que perdiste por tu rosa, hace que tu rosa sea tan importante". CARPE DIEM.