
Lo único malo de las estrellas -de estar "en mi estrella"- es que a veces se pasa un poco de frío. Frío de estar sola allá arriba; frío del azul pálido y frío y tenue y frío que tiñe las noches tristes de otoño; frío de observar a la gente quererse abajo, pisando tierra firme, mientras que yo he de esperar que a alguien se le ocurra mirar hacia mi estrella, para poder enviarle yo un titilante guiño...
Quizá, en el fondo, estar en mi estrella no sea tan agradable a veces; en ocasiones, es más bien como estar presa en una alta torre, a la espera de que alguien venga a buscarme.
Quizá.... quizá.... esta noche no me acueste sobre esa tela celestial que he comprado.
Tal vez hoy me arrope bajo el manto de estrellas, por si logra darme algo de calorcito al corazón y me ayuda a dormir para hibernar horas, días, meses años, siglos fríos... hasta que alguien decida subir a rescatarme.
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