Una de las cosas que más me cuestionan, antropológicamente hablando (tecnicismo incluido, para que esta reflexión parezca mucho más técnica y profesional), es el hecho de ver cómo una persona puede cambiar de tal manera que acabe por convertirse –al menos, durante un período de tiempo más o menos largo- en otra persona completamente distinta.
¡¡Sí!!, en serio, ¿no os ha ocurrido nunca el hecho de tener a alguna amiga, vecina o conocida que, en un momento dado, tal vez influida por algún tipo de crisis emocional, o fruto de la edad, o incentivada quizá por algún suceso concreto, o por una mera neura pasajera, haya empezado a comportarse de manera diferente a como solía hacer las cosas? Y no hablamos ya de un mero cambio de look (la sempiterna tendencia femenina a cortarse el pelo, o cambiar de marca de pintalabios en época de bajón); tampoco del hecho de elegir una marca de ropa poco habitual, frente a la tienda de siempre; ni siquiera hablamos de la tendencia de pasar de una esbelta sílfide grácil y delicada a una comedora compulsiva de chocolate, o a convertirse en una chimenea ambulante, fumando un cigarro tras otro....
No. Se trata de algo más profundo. Algo que atañe al carácter, a los gestos, al modo de andar, de mirar, de hablar, de respirar incluso. ¡Por Dios! ¿¡alguien podría asegurar que jamás ha visto a algún conocido respirar de un modo diferente!?
Yo he podido comprobar algunos de estos cambios radicales, y realmente una se plantea hasta qué punto la vida no es más que un mero show, y todos nosotros actores, que vamos representando el papel que nos apetece / conviene / embelesa /...
Así, tuve una amiga que pasó de vestir con vaqueros, camisas de cuadros rojos (tipo mantel campestre) y botines (lo juro!!) a comprar sandalias cuyo precio sobrepasa ahora, con creces, el valor de todo su guardarropa antiguo. Y digo sandalias por no mencionar un simple collar o un vestido que cuesta más de lo que yo jamás he visto en billetes de euros juntos.
También he conocido casos contrarios: amigas que iban con botas altas de tacón de aguja terminadas en una punta imposible, con camisa y el cuello elevado, jerseys por encima de los hombros, y todos los rasgos prototípicos de pija-pija-repija... y ahora van con botines, pantalones cortos, y felpas hippies en el pelo.
¿¿Holaaaaaa?? ¿¿alguien me explica, por favor??
Por no hablar de quienes están enamorados hasta la médula y darían su vida por la otra persona............ hasta que se acaba el amor, como yo digo. Ya no existe ¿o sí? el romanticismo de PARA SIEMPRE, sino el “mientras dure”. Que no está mal, a ver... ¿quién decía que lo bueno se vendía en frascos pequeños? Pero..... no sé, llamadme rara... me mola más una cierta estabilidad. No quiero ser un producto Corte-Inglés: “si no queda satisfecho, puede devolverlo”.
La cuestión es.... ¿cómo puede una persona empezar a comportarse de un modo completamente distinto al que venía siendo el suyo, logrado a base de reivindicar el propio carácter durante “x” años de su vida? ¿Es realmente posible mudar de costumbres, de maneras, de forma de ser, simplemente por mero capricho, o por un reto personal?
Y ahí viene la gran duda, entonces: un ser humano que modifica (voluntaria o involuntariamente) su manera de ser, ¿sigue siendo, en definitiva, la misma persona, o pierde su verdadera esencia en la representación de ese rol que se ha propuesto encarnar? ¿El individuo es el mismo, o podría asegurarse con acierto que, en realidad, la mutación le ha convertido en alguien diferente?
Y ya no hablamos de apariencia, únicamente; no. “Lo esencial es invisible a los ojos”. ¿Qué me decís del hecho de cambiar de CARÁCTER, de conducta...... incluso, incluso, de objetivos, valores o ideales de vida? Yo conozco casos realmente extremos en cuando a volubilidad. De primera mano. ¿A qué se deben?, ¿qué parte de nuestro “yo” pugna por subsistir en esas arenas movedizas capaces de tragarse rasgos que creíamos nuestros, sólidamente asentados en nuestro ser?
Todos cambiamos, sí, “ley de vida”, “un constante renovarse o morir”... vale, vale, vale... pero............ ¿hay algo que PERSISTA contra viento y marea, algo INMUTABLE, algo FIRME, ESTABLE, FIEL en nosotros mismos?
¿Queda algo para siempre, o no somos más que seres efímeros con una vida efímera, una conciencia efímera, y unos valores, carácter y emociones volubles y efímeras?
Las opiniones cambian; el proyecto de vida o las aspiraciones personales; el humor, la inteligencia (síiiiii, yo sabía cosas que ya ni recuerdo!); los afectos.........
¿qué dejamos?, ¿a qué aferrarnos?
......... y ahora viene el momento en que uno se mira un poco el ombligo (morenito después del verano, en algunos casos), para hacerse la pregunta seriamente; la más personal, la más directa... la que uno se hace a sí mismo: “¿Y yo?, ¿he modificado rasgos de mi carácter, conducta, o modo de ser para adecuarme, bien a mi propio esquema mental, o bien a lo que se esperaba de mí? ¿puedo seguir considerándome que Yo, soy Yo, íntegra y auténtica, pese a todo?”.
No se trata de encontrar una mera respuesta monosilábica de “Sí” o “No” que, realmente, la deje a una igual que estaba....... la cuestión, bajo mi forma de pensar, es más bien preguntarse... ¿POR QUÉ he llegado a vivir cambios tan radicales; tal vez tan extremos?
Descartamos una posible bipolaridad. No, los test de internet NO son verdaderamente fiables, chicas... De ser así, yo tendría que llevar AÑOS de terapia, luchando contra mi cyber-diagnosticada-personalidad-límite (“border line personality”... ¡no te digo trigo!).
Descartamos ser meras ovejas que nos dejamos llevar por el rebaño (y eso que descartar esa opción es una concesión demasiado grande en el caso de determinadas personas, pero bueno, seamos benévolas)...
¿Por qué cambiamos de manera tan radical?, ¿tentativas para gustarnos más, para amoldarnos a nuestra piel, para creer que podemos ser algo parecido a lo que nuestra imaginación nos dibuja como deseable?
¿O tal vez es un mero recurso inconsciente para hacernos merecedores de la atención y el amor de quienes tenemos al lado? Como una vez me dijeron: “el amor busca siempre mil maneras distintas de expresarse”.
¿Pero no se trata la historia, como aparece en los cuentos de hadas, de que nos quieran tal y como somos, con nuestras neuras, rarezas y diferencias respecto de los demás? con todo el bagaje que traemos desde pequeños, en vez de cambiarlo todo de un plumazo al llegar a “¿adultos?”...
Cambiamos... usando esa metáfora de que la vida es un río que va a desembocar al mar... podríamos decir, como comentaba ya ¿Parménides? Que toda persona es, a cada instante, un poco distinta, en continuo cambio... como el agua de un río, fluyendo constantemente (un hombre nunca se baña dos veces en el mismo río, decía el filósofo).
Tal vez nosotros, a ratitos, seamos siempre personas distintas... aunque, como los ríos, conservemos el nombre y la historia de su evolución, sus marcas geográficas (a flor de piel),... sus caminos y afluentes nuevos por los que van buscándose otras vías para llegar al destino final...
Quién sabe. En cualquier caso, no escribo para dejar constancia de opiniones definitivas, ni tampoco para dar la solución al problema... Sólo quería reflexionar, y lanzar la pregunta al aire, sobre qué cosa, qué especie de no-sé-qué, de ascensor emocional, de terremoto, nos sacude por dentro, como para hacernos mudar de personalidad, en ocasiones, como lo hacemos (hablo por mí, al menos... aunque, claro, yo ya sé que soy "límite".. tengo una justificación psico-net para hacer el ganso).
En todo caso, si tenéis alguna respuesta a mis preguntas, algún comentario, aportación o....... ¡lo que sea, vaya! escribidme... si no, tomaos el pulso de vez en cuando este año, porque con el comienzo de curso hay a quienes les da por coleccionar dedales o folletos para aprender inglés, pero otros, en cambio, empiezan a hacer planes sobre el tipo de persona en que quieren convertirse para el curso 2008-2009.
¡¡Ojo!! Y, ya que estamos, feliz inicio de curso.
¡¡Sí!!, en serio, ¿no os ha ocurrido nunca el hecho de tener a alguna amiga, vecina o conocida que, en un momento dado, tal vez influida por algún tipo de crisis emocional, o fruto de la edad, o incentivada quizá por algún suceso concreto, o por una mera neura pasajera, haya empezado a comportarse de manera diferente a como solía hacer las cosas? Y no hablamos ya de un mero cambio de look (la sempiterna tendencia femenina a cortarse el pelo, o cambiar de marca de pintalabios en época de bajón); tampoco del hecho de elegir una marca de ropa poco habitual, frente a la tienda de siempre; ni siquiera hablamos de la tendencia de pasar de una esbelta sílfide grácil y delicada a una comedora compulsiva de chocolate, o a convertirse en una chimenea ambulante, fumando un cigarro tras otro....
No. Se trata de algo más profundo. Algo que atañe al carácter, a los gestos, al modo de andar, de mirar, de hablar, de respirar incluso. ¡Por Dios! ¿¡alguien podría asegurar que jamás ha visto a algún conocido respirar de un modo diferente!?
Yo he podido comprobar algunos de estos cambios radicales, y realmente una se plantea hasta qué punto la vida no es más que un mero show, y todos nosotros actores, que vamos representando el papel que nos apetece / conviene / embelesa /...
Así, tuve una amiga que pasó de vestir con vaqueros, camisas de cuadros rojos (tipo mantel campestre) y botines (lo juro!!) a comprar sandalias cuyo precio sobrepasa ahora, con creces, el valor de todo su guardarropa antiguo. Y digo sandalias por no mencionar un simple collar o un vestido que cuesta más de lo que yo jamás he visto en billetes de euros juntos.
También he conocido casos contrarios: amigas que iban con botas altas de tacón de aguja terminadas en una punta imposible, con camisa y el cuello elevado, jerseys por encima de los hombros, y todos los rasgos prototípicos de pija-pija-repija... y ahora van con botines, pantalones cortos, y felpas hippies en el pelo.
¿¿Holaaaaaa?? ¿¿alguien me explica, por favor??
Por no hablar de quienes están enamorados hasta la médula y darían su vida por la otra persona............ hasta que se acaba el amor, como yo digo. Ya no existe ¿o sí? el romanticismo de PARA SIEMPRE, sino el “mientras dure”. Que no está mal, a ver... ¿quién decía que lo bueno se vendía en frascos pequeños? Pero..... no sé, llamadme rara... me mola más una cierta estabilidad. No quiero ser un producto Corte-Inglés: “si no queda satisfecho, puede devolverlo”.
La cuestión es.... ¿cómo puede una persona empezar a comportarse de un modo completamente distinto al que venía siendo el suyo, logrado a base de reivindicar el propio carácter durante “x” años de su vida? ¿Es realmente posible mudar de costumbres, de maneras, de forma de ser, simplemente por mero capricho, o por un reto personal?
Y ahí viene la gran duda, entonces: un ser humano que modifica (voluntaria o involuntariamente) su manera de ser, ¿sigue siendo, en definitiva, la misma persona, o pierde su verdadera esencia en la representación de ese rol que se ha propuesto encarnar? ¿El individuo es el mismo, o podría asegurarse con acierto que, en realidad, la mutación le ha convertido en alguien diferente?
Y ya no hablamos de apariencia, únicamente; no. “Lo esencial es invisible a los ojos”. ¿Qué me decís del hecho de cambiar de CARÁCTER, de conducta...... incluso, incluso, de objetivos, valores o ideales de vida? Yo conozco casos realmente extremos en cuando a volubilidad. De primera mano. ¿A qué se deben?, ¿qué parte de nuestro “yo” pugna por subsistir en esas arenas movedizas capaces de tragarse rasgos que creíamos nuestros, sólidamente asentados en nuestro ser?
Todos cambiamos, sí, “ley de vida”, “un constante renovarse o morir”... vale, vale, vale... pero............ ¿hay algo que PERSISTA contra viento y marea, algo INMUTABLE, algo FIRME, ESTABLE, FIEL en nosotros mismos?
¿Queda algo para siempre, o no somos más que seres efímeros con una vida efímera, una conciencia efímera, y unos valores, carácter y emociones volubles y efímeras?
Las opiniones cambian; el proyecto de vida o las aspiraciones personales; el humor, la inteligencia (síiiiii, yo sabía cosas que ya ni recuerdo!); los afectos.........
¿qué dejamos?, ¿a qué aferrarnos?
......... y ahora viene el momento en que uno se mira un poco el ombligo (morenito después del verano, en algunos casos), para hacerse la pregunta seriamente; la más personal, la más directa... la que uno se hace a sí mismo: “¿Y yo?, ¿he modificado rasgos de mi carácter, conducta, o modo de ser para adecuarme, bien a mi propio esquema mental, o bien a lo que se esperaba de mí? ¿puedo seguir considerándome que Yo, soy Yo, íntegra y auténtica, pese a todo?”.
No se trata de encontrar una mera respuesta monosilábica de “Sí” o “No” que, realmente, la deje a una igual que estaba....... la cuestión, bajo mi forma de pensar, es más bien preguntarse... ¿POR QUÉ he llegado a vivir cambios tan radicales; tal vez tan extremos?
Descartamos una posible bipolaridad. No, los test de internet NO son verdaderamente fiables, chicas... De ser así, yo tendría que llevar AÑOS de terapia, luchando contra mi cyber-diagnosticada-personalidad-límite (“border line personality”... ¡no te digo trigo!).
Descartamos ser meras ovejas que nos dejamos llevar por el rebaño (y eso que descartar esa opción es una concesión demasiado grande en el caso de determinadas personas, pero bueno, seamos benévolas)...
¿Por qué cambiamos de manera tan radical?, ¿tentativas para gustarnos más, para amoldarnos a nuestra piel, para creer que podemos ser algo parecido a lo que nuestra imaginación nos dibuja como deseable?
¿O tal vez es un mero recurso inconsciente para hacernos merecedores de la atención y el amor de quienes tenemos al lado? Como una vez me dijeron: “el amor busca siempre mil maneras distintas de expresarse”.
¿Pero no se trata la historia, como aparece en los cuentos de hadas, de que nos quieran tal y como somos, con nuestras neuras, rarezas y diferencias respecto de los demás? con todo el bagaje que traemos desde pequeños, en vez de cambiarlo todo de un plumazo al llegar a “¿adultos?”...
Cambiamos... usando esa metáfora de que la vida es un río que va a desembocar al mar... podríamos decir, como comentaba ya ¿Parménides? Que toda persona es, a cada instante, un poco distinta, en continuo cambio... como el agua de un río, fluyendo constantemente (un hombre nunca se baña dos veces en el mismo río, decía el filósofo).
Tal vez nosotros, a ratitos, seamos siempre personas distintas... aunque, como los ríos, conservemos el nombre y la historia de su evolución, sus marcas geográficas (a flor de piel),... sus caminos y afluentes nuevos por los que van buscándose otras vías para llegar al destino final...
Quién sabe. En cualquier caso, no escribo para dejar constancia de opiniones definitivas, ni tampoco para dar la solución al problema... Sólo quería reflexionar, y lanzar la pregunta al aire, sobre qué cosa, qué especie de no-sé-qué, de ascensor emocional, de terremoto, nos sacude por dentro, como para hacernos mudar de personalidad, en ocasiones, como lo hacemos (hablo por mí, al menos... aunque, claro, yo ya sé que soy "límite".. tengo una justificación psico-net para hacer el ganso).
En todo caso, si tenéis alguna respuesta a mis preguntas, algún comentario, aportación o....... ¡lo que sea, vaya! escribidme... si no, tomaos el pulso de vez en cuando este año, porque con el comienzo de curso hay a quienes les da por coleccionar dedales o folletos para aprender inglés, pero otros, en cambio, empiezan a hacer planes sobre el tipo de persona en que quieren convertirse para el curso 2008-2009.
¡¡Ojo!! Y, ya que estamos, feliz inicio de curso.
4 comentarios:
Hola Tere intelectual...jajaja...¿qué pasa muchacha? ¿cuánto tiempo, verdad?... ya me despejado del desengaño de las oposiciones jajaja...y me he tomado un respiro de todo...jajaja...bueno yo también he tenido tiempecillo para mejorar mi blog le he cambiado el aspecto y el nombre:
www.retazosquenosquedan.blogspot.com
Espero que te guste. Me he puesto un icono en la derecha con enlace a tu blog, que por cierto, ME ENCANTA. Con el tiempo, te iré dejando comentarios. Estoy atareado, en fin. Besos.
No veas la tia... Y ahí lo deja como si tal cosa, deberes para este año (¡facilitos oiga!)...
¡Ahí te quiero ver, poniendo el listón bien alto! Dí que sí.
Que me alegro de volver a leerte. Espero que te vaya todo muy bien.
Nos leemos.
¡Besos!
Bueno,bueno,ya era hora de que volviera a comentar algo por aquí;).
Creo que mayoritariamente los cambios en una persona son progresivos,pero sí hay hechos que pueden cambiar radicalmente a una persona.Suelen ser acontecimientos impactantes,tipo muerte de una madre o un padre, ruptura sentimental después de un largo noviazgo,estar al borde la muerte...
Genéticamente tenemos ciertos rasgos heredados de nuestros padres, esto está científicamente demostrado;pero el 80 o 90% de nuestra personalidad se fragua con el tiempo,con lo que elegimos o nos toca vivir, con las personas que nos cruzamos en el camino, con nuestra educación...
Los cambios radicales, como ya he dicho,existen,pero creo que aún quedan personas que luchan para que sus pilares en la vida sean inamovibles, a pesar del fluir de los acontecimientos.
Hola! He leído algunos escritos de tu blog y me parecen estupendos! Yo tb soy filóloga y escribo -cuando mis musas regresan de vacaciones- XDD. Me gusta "filosofar" y reflexionar. Ahora mismo no puedo detenerme a escribir sobre el cambio en las personalidades xq tengo q studiar -interminables oposiciones!- pero te dejo mi correo electrónico por si quieres conversar alguna vez con una colega. ;-)
cordobessa1985@hotmail.com
Publicar un comentario